EL TIEMPO EN CONTRA

Esa es la sensación constante que he tenido toda mi vida, parece que hubiera estado luchando contra él. ¿Sabéis a qué me refiero?, a que él hubiera sido un impedimento para conseguir algunas metas, es mi enemigo.

Cuando el día sólo te da veinticuatro horas y tú necesitas más, ¿qué haces?, pues tirarte de los pelos, racionalizar ese tiempo y a esperar otra ración de horas. A mí siempre me faltó y sin embargo ahora se dilata sin fin. ¿Es que siempre va a estar llevándome la contraria, mejor dicho yo a él?

Pero es absurdo pelearse con él porque es inmutable. Bueno, no. Einstein nos demostró que se dilata ¡Ahhh! yo hubiera querido que se dilatase, que se multiplicase cuando lo necesité, ya que no poseía el don de la ubicuidad.


Yo estaba físicamente en un sitio, la mente en otro y el corazón en un tercero. Y me sentía bien así. Me multiplicaba a pesar del tiempo y le sacaba todo el jugo, le dejaba exhausto. Ahora es él el que me vence porque, cuando ya no hace falta se dilata. Va a su aire.

¿Es bueno que el tiempo se alargue cuando ya no lo quieres? Pues me parece que no porque ¿para qué lo quieres entonces? El tiempo solo es bueno cuando lo necesitas. En realidad lo necesitamos siempre porque cuando no… ya sabes lo que pasa.

Lo peor del tiempo es que no da marcha atrás y no lo hace porque con lo tramposos que somos estaríamos siempre poniendo el reloj a cero.Volveríamos sobre nuestros pasos y remedaríamos nuestros errores. Y aun así ¿quién quiere volver a vivir el pasado?, yo no y eso que en mi caso hubo más bueno que malo. El problema ahora es qué hacer con el tiempo que queda, que como cualquier juego de azar no sabemos qué nos depara.

La cuestión es si queremos jugar la próxima mano, aunque no nos queda otra. Habrá que armarse para lo que pueda venir, bien provisto de amor e ilusión porque sin eso ¿para qué queremos el tiempo? Recordaré que está en mi contra.

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Rafaél Jiménez