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miércoles, 5 de diciembre de 2012

LOS SIETE PECADOS CAPITALES+1



Me propongo escribir una serie sobre los siete pecados capitales más uno de propina que no está incluido en ellos y me parece también “capital”.
Mi “alter ego” me desaconseja que escriba sobre este tema, que raya a la mayoría de hoy pero tranquilos que no os voy a meter tralla sobre religión -aunque ganas no me faltan-. Es más bien una pincelada de ella con el trasfondo de nuestra sociedad. Una puesta al día, vamos.
Capital viene del latín  caput-itis=cabeza y ya nos dice con eso que no son todos, que sólo son "los principales", -como la cabeza es lo principal del cuerpo, pero no lo único- pero son los más gordos y aunque hoy día estén revisados y ampliados con otros, siguen teniendo el peso específico de cuando se creó la lista.
San Gregorio Magno que es quién rehízo esa lista definitiva de pecados principales la inició con la soberbia, por creerlo el padre de todos los demás.
Él asoció este pecado al acto de Lucifer de querer equipararse a Dios. Por eso está asociado a ese pecado. Cada pecado tiene su propio demonio. Y yo por mi cuenta les he asignado su némesis en la figura de uno de los siete arcángeles  (los tres bíblicos y cuatro que no aparecen ahí), emparejando a cada demonio con el arcángel que le resulte más dañino, que se fastidien.


Yo no voy a remedar a San Gregorio pero tengo mi propia opinión al respecto y creo que la madre de todos los pecados, es la pereza. En su capítulo explicaré por qué. Así mismo,como decía incluiré un octavo pecado de mi propio tintero y es la mentira, siempre dañina y revitalizada en los tiempos que corren con nuestros queridos políticos, magníficos baluartes de ella.

Todos cometemos uno, varios, o todos de estos pecadazos, eso es humano; pero si eres reincidente en uno es cuando te llamarán: tragón, soberbio, mala leche o golfo. No creo que ninguno sea mejor que otro pero si he de elegir me quedo con el de la lujuria, o sea golfo. Te relacionas de verdad y conoces gente bis a bis, no como a través de esto.

¿Hay algo mejor que echar un polvo después de una comilona? -nadie come mejor que yo, que me cuesta una pasta que he ido acumulando a pesar de no dar nunca el cayo porque me pone enfermo mi jefe, que no comprendo en qué es mejor que yo-.

Pues eso.
Rafaél Jiménez

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